Churucos, de vuelta al bosque

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De un centenar de churucos en cautiverio alejados de la libertad y la vida en el bosque, sometidos a jaulas vacías sólo con perchas y frutas dulces, sin vegetación, ni lianas, 40 fueron elegidos para volver a la vida silvestre. Un enorme esfuerzo de rehabilitación logró poner 14 en las montañas y tierras bajas de Colombia. Churucos, de vuelta al bosque.

De los bosques andinos colombianos hace cincuenta años colgaban tantos frutos como monos lanudos de sus ramas. Saltaban de un árbol a otro y como péndulos, desafiaban las alturas, agitándose retadores mientras perseguían curiosos, las dantas y osos andinos que se movía en el suelo del bosque haciendo lo suyo, trabajando todos por la dispersión y la propagación de semillas de diversos tamaños, que le daban nueva vida a las montañas y planicies.

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Pero, eso que hace medio centenar de años era un cuadro común de los bosques andinos, hoy es cada vez más escaso, la deforestación, la caza para el consumo y el tráfico ha diezmado la presencia de monos lanudos en los bosques de los Andes, también de osos y dantas.

Los churucos integran el grupo de los monos más grandes de los bosques colombianos presentes a lo largo del sistema cordillerano de los Andes, también habitan en Perú y están presentes en tierras bajas hasta Brasil y Bolivia. En Colombia  hay dos  subespecies, Lagothrix lagothricha lugens y Lagothrixlagothricha lagothricha.

Cabezones y peludos, de ojos grandes y expresivos, de barrigas redondas cuando están erguidos y largas colas prensiles, los churucos colombianos (Lagothrix lagothricha) son primates neotropicales endémicos, que se encuentran actualmente catalogados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza UICN como CR “En Peligro Crítico de extinción”.

Si hay monos churucos en el bosque andino, hay enormes árboles frutales llenos de alimentos para distintas especies y si hay árboles, hay agua y otros servicios que dependen de monos, aves, dantas, osos  y venados entre muchos otros animales que no deben salir nunca de ahí. Por eso Investigadores colombianos hacen lo suyo por devolver a los bosques los churucos que fueron presa del tráfico de fauna.

Rehabilitar monos, salvar la especie y el bosque

Mónica Ramírez, Doctora en Ecología de Primates, es amante de su estudio y las formas de devolverlos exitosamente a las montañas andinas y tierras bajas.

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Para fortalecer sus poblaciones y con ellas la vida del bosque, Mónica ha dedicado sus últimos años al estudio de la ecología y la rehabilitación de churucos que fueron sacados violentamente de la naturaleza y puestos en jaulas como mascotas.

“Quizá hay menos de 250 individuos en la vida silvestre de la especie Lagothrix lagothricha lugens En Peligro Crítico (CR) y es posible que esas poblaciones en 10 años o tres generaciones se extingan. Esta especie es de los Andes, de los remantes de bosque primarios y sus poblaciones están amenazadas y aisladas”.

De la especie Lagothrix lagothricha lagothricha en categoría Vulnerable (VU), la expectativa de extinción es a 100 años pero sus poblaciones están amenazadas, “porque estos animales necesitan unos bosques en muy buen estado de conservación que puedan generar alimento”.

La cacería disminuye sus poblaciones, la tala  su hogar y con menos árboles que les permitan vivir en comunidad, entonces empiezan a aislarse, a reducir su convivencia en manadas a lo que va quedando del bosque, empiezan a nacer menos, otros a morir porque no logran adaptarse. “Algunas especies de primates pueden vivir en bosques intervenidos, pero los lanudos dependen de grandes extensiones porque en un solo día, pueden recorrer por las bóvedas de los grandes árboles más de dos kilómetros en busca de frutos como guamas, ciruelas, marañones y sin ellos, no viven”.

Según el experto en primates Pablo Stevenson, “el 60% de la dieta de los churucos o lanudos son frutos, siendo hojas, flores, artrópodos y pequeños vertebrados consumidos como complemento”.

Los lanudos son presionados por todos lados, por eso las dos subespecies colombianas están altamente amenazadas. La extracción de churucos por parte de comunidades para el consumo de su carne continúa en Colombia. Por su alto nivel proteico y su gran tamaño al ser un animal con más o menos un metro de alto y unos ocho kilos de peso son cazados. “Generalmente en el doble propósito de la cacería los consumen, pero les quitan las crías y las usan como mascota”.

Cuando las hembras caen en las redadas se quedan con las pequeñas y carismáticas crías afectando sus poblaciones ya que, “una hembra alcanza su madurez reproductiva en ocho años y puede tener una cría cada tres y al sacar un sólo individuo del bosque, la recuperación de la población se demora mucho”, asegura Mónica y siempre hay un tono de melancolía cuando se refiere a la presión sobre los churucos.

La carrera contra el tiempo es rápida y definitiva sobre todo porque en Colombia la deforestación sigue en aumento en las áreas con presencia de churucos y su espacio se va reduciendo cada vez más a reservas con bosques primarios para su protección y conservación, algunas de ellas privadas.

Entonces, en la rehabilitación surge una pequeña esperanza para las dos subespecies colombianas de churucos, porque los individuos que son rescatados del tráfico por las autoridades ambientales, son posibles candidatos para la rehabilitación y liberación a la vida silvestre y en eso han venido trabajando Mónica Ramírez como parte de su doctorado y Pablo Stevenson, profesor titular del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes, junto con varios estudiantes.

Elegir churucos para sanar el bosque

Escogerlos, ¡qué dura tarea! enseñarles de nuevo, seleccionar los que en sus recuerdos saben como trepar, saltar, correr por los árboles sin caerse, comer lo que el bosque les brinda. Y al final darse cuenta, que sólo unos pocos son los elegidos.

Elegir monos lanudos o churucos para el programa de rehabilitación implica escoger animales que tengan habilidades que les permita readaptarse nuevamente a la vida silvestre sin que eso les implique mucho sufrimiento. “Hay animales improntados que pierden la posibilidad de ser rehabilitados y no se trata de infringir sufrimiento a los individuos en una liberación, ese es nuestro compromiso ético”.

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Un individuo que ha pasado mucho tiempo en cautiverio, que fue humanizado perdiendo las habilidades que en la naturaleza le permitían trepar rápidamente, saltar entre túneles de árboles, buscar alimentos de rama en rama, socializar con su comunidad y defenderse de los depredadores, es un animal que no podrá volver a la vida silvestre. Y es a esto específicamente a lo que se refiere Mónica cuando habla de la impronta en animales que fueron sacados de la naturaleza, y a partir de todas esas evaluaciones empezó el proceso de rehabilitación de churucos o monos lanudos en Colombia en el año 2016.

El inicio del proceso como en todo, siempre es duro

Si, lo Primero que hicimos fue acercarnos a las Corporaciones Autónomas Regionales en Colombia para saber si ellos tenían monos churucos bajo su custodia en los Centros de Atención y Valoración de Fauna y con ellos evaluamos si esos individuos tenían un chance de sobrevivir en la vida silvestre y de iniciar un proceso de rehabilitación.

¿Pero supongo que fue un trabajo largo y complicado?

El proceso tardo dos años dedicado a cuestiones netamente administrativas, con algunas corporaciones tuvimos buena receptividad pero con otras nunca pudimos trabajar; al final dilataron tanto la situación que terminaron negándose a que sacáramos los animales para hacer el proceso de rehabilitación.

Después de eso, en la Corporación del Alto Magdalena en el Huila tenían unos individuos en cautiverio que fueron decomisados y con el apoyo de ellos arrancó el proyecto.

¿Y cómo inició la rehabilitación con ese primer grupo?

 Lo primero que se tuvo en cuenta fue el peso de los individuos y su tamaño, eso habla de animales que pueden soportar y responder a diversas situaciones en la naturaleza. Vimos el despliegue de comportamientos naturales y basados en eso se hace un etograma (descripción de patrones de conducta) en el que se registra, qué hacen, si se alimenta, descansan, juegan, es como una radiografía de lo que hacen en cada momento de su vida en el bosque. Sus interacciones sociales y entre esto sea más parecido a lo que hacen los animales en las poblaciones silvestres, entramos a evaluar si a un individuo le podría ir bien en el proceso de rehabilitación y liberación.

¿Y después de tener esos datos claros?

Ahí, con la ayuda del personal del centro de Atención de Fauna se adaptó una jaula de rehabilitación y la idea era estimular comportamientos naturales y así conformar un grupo parecido a las poblaciones en estado natural para una posible reintroducción a la naturaleza en función de su viabilidad reproductiva, fuerza, salud y desapego a los humanos.

¿Cómo reaprendieron los monos lanudos del primer grupo?

Durante la rehabilitación, usamos lo que llamamos “enriquecimiento ambiental” para inculcar habilidades de supervivencia. Para reducir el tiempo que pasaban en el suelo y fomentar la escalada, estimular desplazamiento en las aturas y respuestas anti depredadores. También promovimos la vinculación al juntar parejas de monos lanudos en “jaulas de socialización”, animándolos a interactuar entre ellos.

¿Y juntar a varios churucos al tiempo no les generaba conflictos?

Los monos churucos no tienen sistemas jerárquicos tan definidos y las agresiones son menos frecuentes con respecto a otros primates como los monos maiceros que siempre van a buscar someter al otro. Con los churucos lo que hacemos es una etapa de presentación, los ponemos en jaulas y los vamos acercando para que no haya un contacto físico directo en un primer momento y no existan agresiones y cuando se van conociendo, identificando sus olores, se van integrando y al final se deja el grupo unido.

Oler el bosque y sentirse en casa

En el 2017 de 11 elegidos sólo seis monos pasaron el filtro para volver a la vida silvestre. En equipo con La CAM hicieron la valoración de los sitios donde podrían liberarse, un bosque primario, un lugar libre de cacería y con suficientes alimentos.

Era el primer grupo y con ellos los investigadores darían inicio a un proceso de monitoreo, recolección de información y generación de datos para procesos de rehabilitación posteriores, porque sobre procesos anteriores no había mucha información previa.

“Hay un problema, la información sobre liberación de individuos es muy poca y no se publica, son pocos los monitoreos a largo plazo y no se sabe qué características pueden favorecer la rehabilitación y liberación”, explica Mónica.

“Encontramos un área con todas las características, era un bosque con 40 años de regeneración que conectaba el Parque Natural Regional Corredor Biológico Guácharos-Puracé en el sur del departamento del Huila”.

Se liberaron los individuos, aún sabiendo que las tazas de éxito no pasan del 30% pero quienes se adaptan a la ley que el bosque impone saldrán victoriosos del proceso, cambiarán las rejas por ramas y los mangos por guamas.

Todos llevaban collares que rastreaban su ubicación y registraban su comportamiento para evaluar el proceso de adaptación de los monos. “Al principio, proporcionamos algo de comida”. En canastas colgantes los monos encontraban frutos para alimentarse, eran monitoreados de 6 a 6  y después de cinco meses fueron destetados por completo, era el momento de alimentarse solos.

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Les habían enseñado a huir de las amenazas, con sonidos de águilas y jaguares seguidos de los gritos de alarma de otros monos, aumentarían su respuesta a los depredadores. Pero los primeros resultados serían dolorosos; Mónica cuenta que un año después de la liberación, de los seis monos, dos habían sido recapturados porque estaban luchando por adaptarse, pasaban demasiado tiempo en el suelo del bosque y no querían vincularse con sus compañeros de tropa. Dos habían desaparecido y dos murieron, uno después de caerse de un árbol y otro por causas misteriosas.

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El balance no fue el mejor pero el proceso continuó, según Mónica, “Las condiciones del sitio eran difíciles porque las temperaturas eran muy bajas y les costaba mucho a los individuos adaptarse al lugar”.

“Así que decidimos buscar un nuevo sitio para hacer una liberación con unas condiciones más favorables”.

Un momento emotivo

Cada liberación tiene momentos inolvidables, conocer el comportamiento de los primates en cautiverio y después verlos salir de sus jaulas, tocar la libertad con sus manos y trepar por árboles gigantes e interminables con frutos como recompensa, es una experiencia única e irrepetible.

Del Huila al Meta

En noviembre de 2018 y después de un trabajo conjunto con la autoridad ambiental del departamento del Meta (Cormacarena), Mónica y su equipo de trabajo liberaron seis monos en la Reserva de la Sociedad Civil Rey Zamuro y Mata Redonda ubicada en los llanos al oriente de Colombia.

Los monos provenían de tres Corporaciones Autónomas Regionales, La CAM, Corpocaldas y la CVC, quienes trabajaron de la mano con el Laboratorio de Ecología de Bosques Tropicales y Primatología de la Universidad de los Andes. La financiación de todo el programa de liberación se obtuvo gracias a Colciencias, la organización Margot Marsh, la Universidad de los Andes y al apoyo logístico de todas las entidades participantes.

Un bosque diferente

Bosques de grandes árboles de piedemonte llanero, intercalados con moriches, palmas con tapices de agua y humedales, serían el hogar de los seis churucos que volverían a la vida silvestre. Un área menos húmeda, con temperaturas más cálidas  y un bosque en un excelente estado de conservación con oferta alimenticia suficiente, sería el nuevo hogar de los churucos.

En el grupo, una hembra recapturada del grupo anterior tendría nuevamente la oportunidad de volver a la vida silvestre reintegrándose a su grupo.

Tocando la libertad

Antes de llegar al sitio de aclimatación los animales fueron capturados para hacerles exámenes clínicos y conocer su estado sanitario y así garantizar que no llevarían enfermedades a las poblaciones locales de otras especies.

“En esa misma captura les pusimos los collares de telemetría y un día antes de llevarlos al lugar de liberación los metimos en guacales. Varios de ellos viajaron por horas, sometiéndose a una carga de estrés muy alta, así que se hizo necesaria una buena hidratación y algo de fruta para el camino”.

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“Al llegar al sitio hay un montón de emociones, la noche anterior nunca duermo, porque ellos sufren mucho en cautiverio, es difícil y dramático”, pero afirma que a pesar de las presiones liberar los animales en el bosque es mucho mejor a que vivan el resto de su vida en cautiverio o sean sacrificados. “En el medio salvaje hay depredadores, se deben adaptar a las variaciones de temperatura y la disponibilidad de alimentos, pero al final creo que van a estar mucho mejor”.

“Lo más hermoso es verlos salir de las jaulas, algunos salen disparados pero otros corren hacia donde estamos nosotros y se quedan a nuestro lado y luego se van incorporando poco a poco al bosque”.

Después de la liberación hacen seguimientos permanentes, registran cada diez minutos lo que hacen los monos, identifican qué comen, colectan heces y saben como se están alimentando.

“Monitoréamos los términos de estrés midiendo cortisol en las heces y vemos como cambian los niveles en el tiempo y si tienen una respuesta en ese cambio de las condiciones a los que son expuestos los churucos durante su nueva vida en el bosque”.

Con todo lo que hacemos durante el tiempo de rehabilitación y liberación, Identificamos los factores que nos pueden garantizar algún día la clave del éxito.

La triste historia de Yara

Yara era un churuco especial para Mónica, “Estaba en Manizales en CorpoCaldas, no es por regionalismo porque yo soy caldense, sino por su historia. Ella fue encontrada por un soldado en un basurero después de haber sido macheteada y luego de su rehabilitación física, se le dio una nueva oportunidad. Con ella tuve una relación especial.

La lucha continúa

En un primer momento la tropa liberada en el Meta, parecía estar haciéndolo bien, particularmente en la vinculación grupal. El trabajo de seguimiento se hizo durante un año, nuevamente se observaban durante todo el día en su entorno, se les suministró alimento en canastas hasta que se destetaron, pero el balance final no fue el mejor. La adaptación a un mundo sin jaulas con depredadores reales y no sólo con el eco de sus sonidos inofensivos en cautiverio, era una presión en un bosque en tan buen estado. Allí todo es diferente, es real, es experiencial y novedoso para ellos.

“Nuevamente tuvimos dispersiones y depredaciones, algunos individuos se separaron del grupo y eso no es bueno”. Los lanudos o churucos viven en grupos de 8 a 40 individuos por eso la rehabilitación y liberación se hace en grupos de monos que se conozcan y se ayuden unos a otros en la naturaleza. Un año después se liberarían tres monos más.

En 2019 se les dio una nueva oportunidad a los churucos, en esa ocasión se contó la participación de entidades como la Secretaria Distrital de Ambiente (SDA), Cornare, Corpocaldas y Corantioquia. Esta vez sólo serían tres los monos liberados. Para ellos construyeron un encierro de aclimatación en el bosque, dos meses después volvieron a la libertad. Estar encerrados en el mismo lugar, les permitiría no sentirse totalmente ajenos al lugar, los olores, los sonidos, serían familiares para ellos.

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Esta última liberación es la continuidad de un sueño para Mónica, quien espera conseguir recursos para poder liberar otras espcies de primates en peligro de extinción a la vida silvestre y de esta forma contribuir a la recuperación de especies amenazadas y a la regeneración de los bosques nativos de Colombia.

En total, 30 individuos fueron evaluados para ser rehabilitados, se pudieron seleccionar sólo 14 y sobre esos sólo 4 siguen en el bosque y dos se mantienen unidos para ser monitoreados el resto se dispersaron aún así, la rehabilitación siempre será la mejor opción.

El caso de Micaela

Micaela fue una hembra especial en los procesos de liberación, y aunque desconocían su historia, algo muy común entre los animales que son victimas del tráfico y llegan a los centros de recepción, ella al parecer fue sacada de la naturaleza de manera tardía cuando había desarrollado muchas habilidades en su hábitat y por eso el día que fue liberada nunca volvió a bajar de la bóveda de los árboles en los que se movía con libertad y dominio. Hoy, Micaela ha tenido un papel importante en la reintroducción de otros monos.

Seguir rehabilitando, es el sueño de Mónica

“Viene Fauna Libre, tener una fundación es mi sueño y mi proyecto de vida es poder montar un centro de rehabilitación de primates en Peligro. Tenemos la tierra y necesitamos buscar financiación y vender el proyecto para  aplicar las herramientas adquiridas en los procesos anteriores y hacerlo de manera rigurosa.

Se emociona de pensar que volverá a lo mismo, “Se libera mucho pero necesitamos tratar de entender que aporte genera esto a la conservación”.

La dinámica es clara, se hace necesario devolver la mayor cantidad de monos lanudos o churucos al bosque para que con ellos sigan creciendo las guamas, los ficus con sus brevas, los madroños con sus frutas carnosas, las ciruelas calentanas y los jobos que alimentan los churucos que le devuelven la vida y la musicalidad al bosque, Aún hay tiempo. Churucos, de vuelta al bosque

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