Un símbolo de esperanza que terminó en tragedia
La muerte de una manatí de 450 kilos en la Ciénaga Grande de Santa Marta ha causado indignación en todo el país. Lo paradójico es que el mismo gremio de pescadores pide ahora justicia por el crimen cometido por un pequeño grupo de hombres de la zona.
Julieta, como fue bautizada, había sido rescatada por pescadores en Bonito Gordo, cerca del Parque Nacional Natural Tayrona, y entregada a la CORPAMAG. Tras un mes en recuperación, fue liberada en aguas del Caribe. Pero a pocos días de regresar a su hábitat natural, su historia dio un giro doloroso.
La persecución y el ataque
Según testigos, Julieta fue perseguida desde el Puente de la Barra hasta Pueblo Viejo, en la Ciénaga Grande del Magdalena. Allí, en una zona de desembarco de pesca, un grupo de jóvenes la acorraló y la atacó cruelmente.
Enrique Maldonado, vicepresidente de la Confederación de Pescadores del Caribe Colombiano, denunció que la manatí fue baleada y herida con machete. “Fue un acto de intolerancia que rechazamos enfáticamente. No puede quedar impune”, afirmó en entrevista con Natural Press.
De acuerdo con Maldonado, cinco embarcaciones con unas seis personas participaron en la persecución. Luego se unieron más hasta sumar unas 50 personas. “La violencia fue inexplicable. Algunos incluso intentaron cortarle la cabeza solo para repartirse la carne”, agregó con indignación.
Un espectáculo doloroso
La persecución se convirtió en un espectáculo. Parte de la comunidad defendía a los agresores, mientras otros pescadores exigían respeto por la vida de Julieta. La escena reflejó no solo la crueldad del hecho, sino también la división social frente a la fauna silvestre.
Un esfuerzo más por salvarla
CORPAMAG recibió la alerta gracias a una funcionaria de la Alcaldía de Tasajera. De inmediato, tres funcionarios y la Policía Ambiental acudieron al sitio. Las imágenes circulaban por redes sociales mientras la manatí agonizaba.
Solo con la llegada de la Armada Nacional fue posible trasladarla al Centro de Recepción de CORPAMAG. Sin embargo, Julieta ya estaba exhausta, con heridas abiertas y amarrada. El estrés y la violencia sufrida fueron demasiado: murió antes de recibir atención veterinaria.
Los análisis genéticos, a cargo de la conservacionista Aminta Jaureguí y la Universidad Jorge Tadeo Lozano, buscan determinar de qué parte del Caribe provenía el animal.
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Confusión, dinero y amenazas
Una fuente que estuvo en el lugar, y que recibió amenazas, aseguró que los agresores buscaban vender la manatí. Algunos justificaban el ataque diciendo que la habían confundido con un caimán, aunque sabían que era la misma manatí que aparecía en redes sociales.
Incluso se denunció que un empresario pesquero habría pagado para que la mataran, hipótesis que está en investigación.
Qué falló
El líder pesquero Enrique Maldonado afirma que el gremio conoció de Julieta solo a través de redes sociales y no mediante un proceso de concertación. “Faltó un trabajo educativo directo con las comunidades que conviven a diario con la fauna”, señaló.
Desde CORPAMAG, la bióloga marina Julieth Prieto respondió que sí realizaron jornadas de sensibilización en Taganga, Pozos Colorados y El Rodadero, además de difusión en redes. Aun así, reconoce que los esfuerzos nunca son suficientes.
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El día de la tragedia, CORPAMAG hizo seguimientos hasta Pozos Colorados, pero en pocas horas Julieta pasó de ser vista libre en la playa del aeropuerto de Santa Marta a ser asesinada en la ciénaga.
Manatíes en el Caribe
El manatí del Caribe (Trichechus manatus) está catalogado como especie vulnerable (VU) por la UICN desde 2021. En Colombia habita en el Caribe, la cuenca del Orinoco y parte del río Magdalena. También se encuentra en ciénagas asociadas a estos sistemas hídricos.
Su dieta diaria puede equivaler al 10% de su peso corporal. En el caso de Julieta, unos 45 kilos de pastos marinos y plantas flotantes. Esta alimentación ayuda a mantener limpios los cuerpos de agua de especies invasoras como el buchón, que bloquea caños y acelera la sedimentación.
Por eso, los manatíes son considerados “ingenieros de los ecosistemas” y un indicador de la salud de los humedales. Protegerlos significa también proteger el equilibrio ecológico de la región.
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Periodista ambiental y de conservación
