A matar hipopótamos porque el Ministerio nunca hizo nada

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Todos los años se reactiva el debate sobre los hipopótamos que introdujo al país el capo de la mafia Pablo Escobar. Esta vez un estudio publicado por nueve investigadores colombianos con diversas visiones, sugiere el control total de los individuos. El gran problema es que, sin las acciones del Ministerio de Ambiente y el Gobierno, debatir sin tomar decisiones con varios actores sobre la mesa, sigue profundizando el conflicto. A matar hipopótamos porque el Ministerio nunca hizo nada.

Antonio Paz Cardona, editor para Colombia de Mongabay, en uno de sus escritos para el medio internacional, afirmó que “mientras se sigue debatiendo sobre la eutanasia, la captura o el traslado de los hipopótamos, los animales siguen reproduciéndose”. Y es bueno añadir que las crías como lo denunció en algún momento la Investigadora Brigitte Baptiste en redes sociales, ahora se integran al negocio de campesinos o finqueros que las venden aparentemente mansas por cinco millones de pesos, pero nadie hace nada.

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Son paquidermos los hipopótamos al igual que los elefantes y los rinocerontes, esa palabra viene del griego “Pachydermata” que quiere decir “piel gruesa” y es precisamente lo que ha tenido el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible a través del tiempo, aguantando el peso de la responsabilidad ante la cual han sido claramente inferiores, ahora el debate es matar hipopótamos porque el Ministerio nunca hizo nada, lo que deja en evidencia su paquidermia ante el tema.

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Hoy se propone el “control total” eliminando los animales que sin lugar a dudas son un peligro para pescadores y campesinos sin pasar por alto el riesgo que representan para las especies nativas de nuestro país, resultado de la inacción durante más de 20 años cuando se escaparon los primero hipopótamos.

Y es un hecho, los cuatro hipopótamos que llegaron en los 80 se han multiplicado por las condiciones idóneas que el país les ofrece para su reproducción, no tienen depredadores naturales, no es considerada una carne para el consumo humano, tiene suficiente espacio para seguir expandiéndose por el río Magdalena y sus humedales y la contaminación por exceso de carga orgánica en las aguas de Colombia siguen ofreciendo nutrientes al buchón de agua, (Eichornia crassipes) también un especie invasora, que es el alimento que mantiene vigoroso al hipopótamo y mientras eso sucede, la cuenta va por 70 y dentro de poco, a punta de inacción, serán más de cien.

Nataly Castilblanco, una de las autoras de la investigación ha sido clara,  “La reubicación podría haberse realizado hace 30 años, cuando solo había cuatro hipopótamos. Y en cuanto a la castración, también podría haber sido eficaz si los funcionarios hubieran proporcionado recursos suficientes para el programa desde el principio. Pero ahora, la única opción es la matanza”.

La matanza de los 70 hipopótamos es una decisión cruel quizá, dura y triste, con la cual al Ministerio de Ambiente le rechinan los dientes, pero es claro que hay que hacer un control cualquiera que sea, la peor decisión es la que han tomado durante décadas y es no hacer nada y  la responsabilidad total, reposa en el MADS.

La responsabilidad frente al control de una especie invasora como el hipopótamo y el método que utilizaran para ese control, ya sea la captura y el confinamiento en una reserva o en un zoológico, la esterilización, el control total o la traslocación de los 70 animales a su lugar de origen es responsabilidad del órgano rector de la política ambiental en éste país con el apoyo de las Corporaciones Autónomas Regionales y la investigación para la toma de decisiones de los institutos de Investigación. Pero desafortunadamente es el mismo Ministerio es el que propicia por omisión, que el debate de los hipopótamos no tenga solución y sea estéril.

Es importante aclarar, si el Ministerio no hace la tarea junto con los institutos, las corporaciones no pueden hacer nada, la toma de decisiones parte del órgano rector de política ambiental en Colombia.

Lo inaceptable, lo inadmisible y tristemente al mismo tiempo predecible, de un país que viene lidiando con el problema hace más de 30 años es que nada se ha hecho más que mirar como convidados de piedra, la explosión demográfica de los hipopótamos. Pero mucho más sorprendente es realizar un inmenso esfuerzo para que Colombia cuente con una Resolución como la 848 del 23 de mayo de 2008, de especies invasoras y no incluir al Hipopótamo como una de ellas.

Y es que la misma Resolución 848 de 2008 en su artículo primero, afirma que: “Declaró unas especies exóticas como invasoras; en su artículo segundo estableció la prohibición de introducción de parentales de estas especies al país, salvo lo señalado en los artículos 40 y 45 de la Ley 13 de 1990 y el artículo 46 del Decreto 2256 de 1991; y finalmente determinó que la lista de especies exóticas invasoras se podría actualizar teniendo en cuenta la información de carácter científico y técnico que suministren los Institutos de Investigación Científica adscritos y/o vinculados al Ministerio”, así no lo crean, no incluyó a los hipopótamos en ese momento y cuando actualizó la lista e incluyó a otras especies como el pez león tampoco lo hizo.

Si los hipopótamos no son incluidos en la lista, se evita que sean tomadas medidas urgentes frente a este tema, se establezca una estrategia para el manejo y control y al menos se pueda dar el debate entre científicos  y animalistas que hoy quieren estar en la mesa. Un tarea difícil pero necesaria si se quiere avanzar.

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A esto se suma el incumplimiento de El Convenio sobre Diversidad Biológica, aprobado en Colombia a través de la Ley 165 de 1994, que se refiere en el artículo 8° a las obligaciones de los países parte y en su literal h) establece: “impedirá que se introduzcan, controlará o erradicará las especies exóticas que amenacen a ecosistemas, hábitats o especies” y sobre eso no ha hecho la tarea, primero, de erradicar el buchón de agua, uno de los alimentos del hipopótamo también especie invasora listada en la Resolución 848 y tampoco la de controlar especímenes salvajes de los que hablamos porque seguramente no han tenido tiempo ni voluntad.

Y sí, es cierto, erradicar una especie invasora no es fácil haciendo ingentes esfuerzos, pero sin hacerlos, es imposible, por el momento las declaradas en la resolución sólo son 22 sin incluir los hipopótamos, pero de los planes para su control no se conoce nada efectivo, por ejemplo el caso del pez león, otro invasor parecido.

¿Dónde está la investigación generada por los institutos sobre hipopótamos? no ha sido suficiente el tiempo desde el año 2008 para realizar un estudio como el adelantado por el grupo de investigadores que publicaron recientemente y que volvieron sabiamente a prender el debate.

Por qué si Colombia ya ha cargado la herencia de Pablo Escobar política, social, de violencia y mala imagen, también no se carga con seriedad, la herencia invasora dejada por el capo para tomar decisiones serias y efectivas frente a los hipopótamos y su problema en expansión.

No puede ser que por miedo al debate el Gobierno nuevamente se deje poner en el muro de los fusilados y en cabeza del Ministerio de Ambiente no cumplan con su función de ley y de acuerdo a lo que dice la Resolución 848 de 2008 declaren el hipopótamo como especie invasora y generen un plan serio de control.

El Ministerio de ambiente cada vez más apagado en su gestión, político y macondiano, temeroso de ponerle el pecho a lo verdaderamente importante, hoy tiene puestos todos sus esfuerzos en la operación cangrejo negro, valioso, es verdad, lastima que el paso del huracán los hubiera obligado a por fin, mirar para el lado, pero ahora lo importante es tomar decisiones de fondo frente a los temas polémicos y urgentes.

Mientras Nataly Castilblanco sortea con valentía el debate en soledad, exponiéndose a las amenazas e  insultos, la entidad que debería estar sorteando el tema sigue durmiendo el sueño de los justos, sin cumplir lo que obliga la ley: solicitar estudios, incluir  a la especie en la resolución como invasora, generar un plan de manejo y tomar decisiones. Y para finalizar y como lo dijo una amiga del Gobierno: “Trabajen vagos”.

El día que el Estado sea demandado por los daños o muertes que generan los hipopótamos, ese día se tomaran decisiones de fondo. ¿Cuántas vidas se deben sacrificar para actuar? Como fue un campesino o pescador colombiano el que perdió la vida, no pasa nada, el día que sea un reconocido hacendado del Magdalena Medio otro hipo rugirá.

Por ahora me sentaré a esperar el paquidérmico debate del próximo año en el que hablemos de “A matar hipopótamos porque el Ministerio nunca hizo nada”.

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