El premio Robert A. Kehoe

[vc_row][vc_column][social_buttons style=””][vc_column_text text_larger=”no”]A mí me enseñaron, durante mi pregrado como arquitecto y estudios de posgrado, que las grandes estructuras urbanas tipo viaducto generaban muchos problemas a las ciudades y que las principales ciudades del mundo que las tenían, las estaban demoliendo y evitando construir nuevas. Sin embargo, cuando Bogotá pegó el timonazo de cambiar su proyecto de metro de subterráneo a elevado, muy pocas voces calificadas defendieron el concepto que me habían enseñado en las universidades y aparecieron varios expertos e instituciones, con pruebas en la mano, apoyando el viaducto.

En la universidad también aprendí que el diésel es considerado cancerígeno por la OMS desde 2012 y era considerado posible carcinógeno desde 1988. Además me enseñaron que los vehículos diésel producen más ruido que los eléctricos. Desde la inauguración de Transmilenio en Bogotá, en el año 2000, algunos expertos han denunciado altas concentraciones de contaminantes en ese sistema de transporte masivo, explicándonos que es un microambiente, y otros, en cambio, se han enfocado en demostrar que Transmilenio solo es responsable de un mínimo porcentaje de la contaminación del aire de Bogotá, es decir, se interesan más por el ambiente que por el microambiente. Pero lo más curioso es que en estos veinte años he visto expertos pasar de la primera posición, cuando trabajaban para universidades, a la segunda, cuando trabajaban para la alcaldía de Bogotá.

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En veinte años de gobiernos de izquierda y derecha, no he sabido de ningún estudio de la Secretaría Distrital de Salud de Bogotá sobre el impacto del ruido o del diésel en los trabajadores de Transmilenio o en sus usuarios.

En 2017, en Bogotá, la administración distrital intentó modificar la Política de Humedales del Distrito Capital, contenida en el Decreto Distrital 624 de 2007, con el Decreto 565 de 2017. El primer decreto fue hecho con base en un importante, ¡histórico!, ejercicio de participación social, ¿qué es una política pública sin participación social?, el segundo decreto no. Además, también en 2017, se publicó la Guía para la formulación e implementación de políticas públicas del Distrito, que entre otros, propone los procedimientos para modificar una política de la ciudad, los cuales al parecer tampoco fueron considerados por el Decreto 565 de 2017. Presuntamente se intentó modificar la Política de Humedales para poder construir en ellos obras de concreto y acero de considerable magnitud. Como resultado de todo esto, en algunos humedales de Bogotá hay unas obras en curso, bastante polémicas, y uno de los dos firmantes del Decreto 565 de 2017 fue nombrado Viceministro de Políticas y Normalización Ambiental en el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

Bogotá tiene muchas historias así. Siempre hay un experto o un profesional, bien pago, así no se le pague directamente, así se esconda detrás de un trol, para justificar lo que se necesite, en el tema que sea, en la dirección que convenga. Lo que denunciaba Al Gore, en Nuestra elección, aunque él se refería exclusivamente a la crisis climática, pero aplica también a nuestra crisis ética: «La integridad de nuestra democracia ha sido envenenada por un nuevo tipo de sofisticada campaña, bien planificada y abundantemente financiada, orientada a confundir de manera activa al público respecto de lo que la ciencia realmente nos dice […]».

El experimento psicológico de «La Cárcel» de la Universidad de Stanford, de Philip Zimbardo, es bastante conocido. Se usa para hacernos conscientes de la influencia del rol en nuestro comportamiento. No es lo mismo ser un biólogo de una organización ambientalista que ser un biólogo trabajando para el gobierno, una constructora o una petrolera. Como dijo Ramón de Campoamor, vemos el mundo según el cristal con el que lo miramos. Pero la realidad es independiente de nuestros sesgos individuales: un impacto ambiental negativo es un impacto ambiental negativo, por mucho que queramos defender a nuestro producto, a nuestra empresa, a nuestra idea o a nuestro contratante.

Annie Leonard nos advirtió en La historia de las cosas, de Louis Fox, que algunos de los problemas ambientales de las ciudades y del planeta tienen explicación en las relaciones asimétricas entre grandes empresas multinacionales y los Estados. ¿Cuántos de nosotros somos ese muñequito que le lustra los zapatos al muñecote que representa al capital?

Pues para hacer un reconocimiento público adicional a esos ya prestigiosos emboladores, a esos profesionales, científicos y expertos que renuncian a la ética por un plato de fríjoles, deberíamos instaurar el premio Robert A. Kehoe. ¿Quién me apoya? ¿A quién postula para recibirlo en su primera edición?

¿Que quién era ese señor? No se debería permitir a nadie participar en decisiones públicas sin haber conocido la historia de Clair Patterson y Robert A. Kehoe. Al primero le debemos, además del primer cálculo de la edad de la tierra, el retiro del plomo de la gasolina y de muchos otros productos. Robert A. Kehoe hizo todo lo posible para que se retrasara la regulación sobre el plomo, a pesar de todo el daño que causa a nuestra salud y la de los ecosistemas.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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