Sobreexplotación y fragmentación, así acabamos con el planeta

Estamos sobreexplotando los recursos que el planeta nos ofrece y fragmentando los ecosistemas que nos permiten obtener esos recursos. Ambas definiciones marcan el último reporte  de WWF que muestra  los indicadores globales de salud del planeta y nuestra responsabilidad.

Los resultados no son alentadores pero el mundo y sus gobiernos están llamados a la acción en tiempo de crisis.

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A principio de 2020 el investigador mexicano Gerardo Ceballos dio a conocer los resultados del segundo estudio sobre sexta extinción masiva de especies publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) de Estados Unidos, mostrando las alarmantes cifras de pérdida de biodiversidad planetaria que  hoy son confirmadas por la organización mundial WWF a través del reporte anual Planeta Vivo.

La grave situación de pérdida de biodiversidad que afronta el mundo, muestra que  un 68% en las poblaciones monitoreadas de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios han disminuido, enfréntanos a un colapso global que podría en corto tiempo generar una pérdida de seguridad alimentaria, mayor propagación de enfermedades y pérdida de recursos vitales como el agua.

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“Tenemos 20 años como máximo y antes de ese tiempo debemos frenar la pérdida de nuestros animales y sus poblaciones” dice Ceballos. El investigador afirma que en los años 70 con otros investigadores se adelantaron a pensar que esto que sucede hoy pasaría en algún momento pero nunca imaginaron que fueran testigos del inicio del colapso global con la pérdida de biodiversidad.

La cifra más alarmante la registra Latinoamérica, WWF reporta una reducción en promedio del 94% de las poblaciones de animales monitoreadas,  mostrando “que estamos acabando con la biodiversidad a tasas suicidas” tal y como lo expresó en redes sociales la investigadora colombiana Sandra Vilardy refiriéndose al informe.

Planeta Vivo  destaca que el motor más relevante de la pérdida de biodiversidad en los sistemas terrestres es el cambio de uso de suelo, principalmente la conversión de hábitats nativos prístinos (bosques, praderas y manglares) en sistemas agrícolas, mientras que gran parte de los océanos ha sufrido sobrepesca.

Ambos aspectos se traducen en una pérdida sustancial de servicios ambientales para la humanidad sobre todo teniendo en cuenta que más de 3.000 millones de personas dependen de los océanos como fuente principal de proteínas y la sobre pesca planetaria está poniendo en riesgo ese abastecimiento.

Igualmente pasa con los bosques, según la ONU, Alrededor de 1.600 millones de personas dependen de los diversos ecosistemas boscosos para su sustento, incluidos 70 millones de indígenas, cifras que demuestran la dependencia planetaria que tenemos de los recursos naturales que estamos sobre explotando.

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“La conclusión es clara: según WWF, la naturaleza está siendo transformada y destruida a una velocidad sin precedentes en la historia, con un costo muy alto para el bienestar del planeta y de la humanidad. La pérdida de biodiversidad es un auténtico reto para la economía, el desarrollo y la seguridad global”, indicó Roberto Troya, Director Regional de WWF para América Latina y el Caribe.

El reporte ofrece como uno de sus parámetros más relevantes el Índice del Planeta Vivo (IPV) que mide la abundancia de casi 21,000 poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios a nivel global. El IPV recoge estas tendencias poblacionales para calcular sus cambios porcentuales medios en términos de abundancia entre 1970 y 2016.

Gran parte de la disminución general del IPV de América Latina y el Caribe se encontró en las tendencias negativas de reptiles, anfibios y peces, grupos que se ven afectados por una variedad de amenazas. Para los reptiles, éstas incluyen el cambio de uso de suelo y la sobreexplotación.

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Los peces de agua dulce son los más afectados por la sobreexplotación y la fragmentación del hábitat debido al desarrollo de la energía hidroeléctrica, que se prevé represente un desafío aún mayor en el futuro. En tanto, para los anfibios, las enfermedades y la pérdida de hábitat son las mayores amenazas.

El índice de este año incluye casi 400 especies adicionales y 4.870 poblaciones más que el último Informe que se publicó en 2018, con una representación mejorada en la mayoría de las regiones y grupos taxonómicos, particularmente especies de anfibios.

El informe Planeta Vivo también  alerta sobre el creciente riesgo de extinción de especies vegetales. De hecho, la cantidad de estas especies extintas documentadas dobla la suma de mamíferos, aves y anfibios extintos. Se calcula que una de cada cinco especies vegetales (22%) se halla amenazada de extinción, en su mayoría en zonas tropicales. Su pérdida conlleva graves consecuencias, pues las plantas constituyen los pilares estructurales y ecológicos de virtualmente todos los ecosistemas terrestres.

El Informe previene que la pérdida de biodiversidad amenaza también la seguridad alimentaria por lo que urgen acciones para transformar nuestro sistema alimentario mundial y en eso como ciudadanos del mundo podemos escoger el tipo de alimentos que consumimos y los sistemas de producción. El gran reto según WWF, consiste en modificar las prácticas agrícolas y pesqueras, buena parte de éstas insostenibles, en unas que produzcan la comida nutritiva que requerimos y protejan y conserven la biodiversidad.

Para cumplir con esto es necesario estar bien informados y conocer la procedencia de lo que consumimos e instar a los gobiernos a generar normas de protección ambiental de recursos de consumo.

Para el caso de la agricultura explica el informe, se hace necesaria  la aplicación de prácticas agroecológicas, reducir el uso de químicos, fertilizantes y pesticidas así como proteger nuestros suelos y polinizadores y eso es directamente una responsabilidad nuestra y una exigencia que podemos hacer a nuestros centros de abastecimientos de alimentos o simplemente seleccionar proveedores más responsables ambientalmente y correr el voz a voz de la importancia de un consumo amigable que rápidamente se masifique como respuesta al cambio cultual impuesto por todos.

El Informe del Planeta Vivo concluye que a fin de revertir esta pérdida de biodiversidad, la conservación es fundamental pero no suficiente. Exige transformar los patrones de producción y consumo de alimentos, impulsar un modelo donde los límites del planeta sustenten las decisiones políticas y económicas, y emprender acciones que ayuden a detener los motores del cambio de uso de suelo, reducir los desechos y favorecer dietas más saludables y sostenibles.

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